viernes, 27 de agosto de 2010

Aprendiendo a ser gay

 Nuestros jóvenes de hoy requieren con inminencia de una adecuada educación sexual que no solamente esté basada en el uso de preservativos o métodos anticonceptivos. Aunque esta sea una información implícita en los métodos pedagógicos que ofrecen en las escuelas, institutos y universidades, la juventud actual requiere absorber información sobre los valores que puedan definir su verdadera opción sexual. Con esto me estoy refiriendo a la homosexualidad con sus diferentes variantes.

Esta renovada educación de la que les hablo no solo debe ser tratada por facultativos, maestros o profesores en sus diferentes infraestructuras donde existe impartición de sus enseñanzas, también debe ser una educación que debe partir en la filiación paternal y maternal. La base de la cultura y la educación de un ser humano está supeditada a lo recibido dentro del entorno familiar. Por este motivo, el padre y la madre del infante o joven juegan un papel importante al igual que crucial en la educación sexual de sus hijos.

Todos los movimientos reivindicativos referidos a la homosexualidad, tales como el “Día del Orgullo Gay” y las diferentes organizaciones que se manifiestan por lo mismo, son la consecuencia de una paupérrima educación sexual entre los jóvenes y desde su ambiente, entorno o familia.

Todavía existe una ráfaga de tabú en este tema de la sexualidad en nuestra sociedad y cuando se intenta trillar que dos hombres o dos mujeres puedan mantener relaciones íntimas entre sí, al igual que el hombre o la mujer que quiere realizarse como transexual, hay quienes se rasgan las vestiduras, miran para otro lado, guardan silencio o bien se declaran con rechazo al extremo de tocar la homofobia.

La sexualidad, en cualquiera de sus facetas, es innata al ser humano. Cada uno de nosotros hemos nacido con un sexo, de hecho el ser humano es sexual por naturaleza, pero el sexo no se fundamenta en poseer un pene o una vagina, estos son los instrumentos y debemos considerar que la verdadera sexualidad es acercamiento, caricias, afecto, contacto con los demás e incluso con uno mismo. Somos seres sexuados y lo que nos define como hombres o como mujeres son los instrumentos que se usan para tal fin.

Durante la historia de la humanidad se han cometido toda clase de atrocidades con los homosexuales, ciertas religiones tratan de castigarlo, incluso existen países donde actualmente la homosexualidad está penado con la muerte. Qué novedad se puede decir de ciertos países, denominados subdesarrollados, donde tener un hijo gay o una hija lesbiana es una gran ofensa y deshonra a la familia la cual, en numerosos casos, decide acribillar psicológicamente al homosexual al que considera un enfermo hasta discriminarlo, crearle una terrible represión o darle espacio para que abandone el hogar con intención de no mancillar a la familia. ¿Son estos los valores de amor, aceptación, tolerancia y respeto que se deberían enseñar a los jóvenes?

La familia, en especial los padres, debe jugar un importante papel en la buena educación sexual de sus hijos tal y como se trata de desmenuzar en este artículo.

El padre y la madre cuando no aceptan la homosexualidad de su hijo están propinando un escabroso daño que perdurará por años o de por vida. El joven crece hasta llegar a la madurez con claros indicios de represión sexual, con traumas invaluables y con una vida no ausente de frustración, de tristeza, de decepción y de clandestinidad sexual. Hay quienes habiendo tenido estos episodios de rechazo familiar son los que se desenvuelven con una sexualidad viciada y terriblemente castrada. Es indecible la cantidad de patologías que se crean a nivel sexual, psicológica y social por una educación no favorable en el ámbito sexual, ausente de los valores que someramente he mencionado más arriba.

Dejemos una correcta libertad a que cada infante o joven descubra su sexualidad, demos espacio a que reconozca su opción, permitamos que los hijos se definan individual y naturalmente en lo sexual.

Es necesario que cada padre y madre sea impersonal en la educación de sus hijos. Que no existan estereotipos trazados ni voluntariedad sobre lo que cada quien desee hacer con su sexualidad. La sociedad es el conjunto de familias y cada familia es responsable de lo que sucede en la sociedad. Si no se coloca correctamente un grano de arena plena en tolerancia, no se podrá levantar una montaña de amor, afecto, respeto e igualdad por los demás.

Los conceptos religiosos que rechazan la homosexualidad están completamente obsoletos y llenos de agresividad. Recordemos siempre que en el rechazo y en la no aceptación no hay cabida al amor fraternal. La sociedad mantiene prejuicios acerca de los homosexuales y no se da cuenta que muchas de las reivindicaciones de diversos colectivos son el producto de la no aceptación ni del respeto. Hay quienes aducen que la homosexualidad es una enfermedad cuando está demostrado que es un equívoco mantener este juicio en el que la misma Organización Mundial de la Salud se ha pronunciado al respecto diciendo que la homosexualidad no es una enfermedad.

Es indispensable una buena educación plena de valores que parta de los padres a su infante o joven hijo. Por inaceptable que pueda parecer, un padre o una madre que reprima los sentimientos sexuales de su hijo no está amando adecuadamente y, en esta ausencia de amor, no existe una correcta ni afable educación hacia su descendiente.

La humanidad carece de afecto y esta carencia está estrechamente vinculada a una incorrecta educación en valores y en la propia sexualidad. Si no se da un espacio libre, sin reproches, sin reclamos, sin prejuicios, sin manipulaciones y sin demarcaciones sobre el comportamiento sexual de los jóvenes, seguirán existiendo hombres y mujeres psicológicamente atrofiados, sexualmente reprimidos y emocionalmente enfermos.

Cada quien debe decidir en su propia vida y lo que hacer con su sexualidad siempre que las acciones estén basadas en la pulcritud, en la mesura y en la decencia, tanto en el ámbito homosexual, como en el heterosexual, transexual y en el humano en todas sus facetas.

Dénsele espacio a los seres humanos para que elijan su sexualidad sin reproches, rechazos o motivos por los cuales deberían desechar la posibilidad de ser homosexuales. Recondúzcase la educación a la adecuada libertad sexual, con absoluto respeto, afecto y cariño para que, quien lo considere, vaya aprendiendo a ser gay de manera adecuada, espontánea y natural.

Por David Valentín Torres
26/08/10

No hay comentarios:

Publicar un comentario